EL ARTE DEL ASCENSO LABORAL: CUÁNDO DARLO, CÓMO GANARLO Y CÓMO HACERLO SOSTENIBLE
- Pablo Tellaeche

- 22 sept
- 6 Min. de lectura

Extracto
El ascenso laboral es uno de los momentos más anhelados en la vida profesional de cualquier persona: representa crecimiento, aprendizaje, nuevas oportunidades y reconocimiento de un trabajo bien hecho. Sin embargo, escalar la pirámide corporativa no es un acto automático ni un derecho adquirido, sino el resultado de un equilibrio entre mérito, preparación, momento y estrategia.
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¿Qué Significa Realmente un Ascenso Laboral?
Un ascenso no solo es la premiación por el desempeño del pasado, también es una apuesta por el futuro de un colaborador y de la misma empresa. Es por esto que la decisión de ascender a alguien no es algo que puede ser tomado a la ligera bajo ninguna circunstancia.
En el imaginario colectivo, un ascenso suele asociarse únicamente con un aumento salarial, un nuevo título en la tarjeta de presentación y mayor estatus (lo bueno). Sin embargo, un ascenso es mucho más que eso, ya que viene acompañado de un aumento de responsabilidades, nuevas expectativas y un mayor nivel de exposición a la política de oficina dentro de la organización (lo malo).
Muchos fracasan en la transición porque no entienden que un ascenso cambia radicalmente la naturaleza del trabajo. Un ejemplo clásico es el de un excelente analista técnico que, por sus resultados, es promovido a jefe de equipo. De pronto, ya no se le evalúa por su habilidad técnica, sino por su capacidad de gestionar personas, resolver conflictos y entregar resultados a través de otros.
Cada escalón en la pirámide corporativa exige nuevas competencias, desde pasar de ejecutar tareas a coordinarlas, de gestionar proyectos a tomar decisiones estratégicas, y de dirigir un área a influir en el rumbo de toda la organización. Es por ello que escalar la pirámide organizacional exige más que cumplir con las tareas del puesto actual y de cumplir con el horario establecido; requiere visión, preparación, habilidades blandas y la capacidad de generar valor en cada nivel.
¿Qué Debe Tener el Colaborador? Ambición, Preparación y Paciencia
Para un colaborador, el ascenso laboral representa un sueño alcanzado. Es una señal de que su trabajo tiene valor, de que sus esfuerzos han sido reconocidos y de que su futuro en la organización promete más retos y recompensas.
Pero la realidad es que no basta con esperar que el tiempo haga el trabajo. Muchas veces, las personas creemos que los ascensos llegan por antigüedad, cuando en realidad dependen de (1) la preparación, (2) la capacidad de generar resultados más allá de los esperados, y (3) la actitud con la que abordamos el trabajo.
Otro ejemplo clásico es el de “Juan” que lleva 10 años en la misma empresa y cree que, por lealtad, merece ser promovido. "María", en cambio, con solo 3 años en la organización, ha buscado proyectos retadores, se ha capacitado en liderazgo y ha creado propuestas de mejora que ahorraron costos significativos. ¿A quién crees que promoverá la empresa? La experiencia es valiosa, pero la iniciativa y la preparación pesan más que los años acumulados.
En este sentido, debemos estar preparados para aprovechar las oportunidades cuando lleguen, sin perder motivación si tardan en aparecer. Muchas veces los ascensos no dependen únicamente del esfuerzo personal, sino también del momento y las necesidades de la empresa. De ahí que sea clave cultivar una ambición sana: aspirar a más sin caer en la frustración si el ascenso no llega de inmediato, y al mismo tiempo, adquirir nuevas competencias técnicas y blandas que nos hagan más competitivos.
Cómo lograr ese ascenso laboral soñado
Escalar la pirámide organizacional requiere mucho más que cumplir con una lista de tareas o una carga horaria. A continuación, algunas claves:
Construir reputación profesional: No solo se trata de entregar buenos resultados, sino de ser percibido como alguien confiable, íntegro y capaz de resolver problemas. Una de las formas más rápidas y efectivas de hacerlo es buscar retroalimentación constante, preguntar qué se puede mejorar, y realmente trabajar en ello.
Generar valor más allá del puesto: Proponer mejoras, aportar ideas innovadoras y mostrar visión de negocio son solo algunas de las cosas que podemos hacer para ir más allá de la nómina.
Desarrollar nuevas habilidades (técnicas y blandas) de manera constante: Ser una persona innovadora, y además, demostrar que se puede guiar, motivar y coordinar a otros aunque no se tenga el título son unos de los factores más determinantes al momento de que la empresa decida a quién otorgar el ascenso.
Fortalecer relaciones internas: El networking dentro de la empresa es tan importante como las competencias técnicas; sin una red de contactos y de apoyo sólida, estamos a expensas de lo que nuestro jefe directo determine y diga de nosotros.
Aprender a comunicar logros: Sin caer en arrogancia, es importante visibilizar las contribuciones y no dejar que pasen desapercibidas, o bien, que sean apropiadas por personas que no les corresponden.
Gestionar las emociones para manejar conflictos: La inteligencia emocional es clave para asumir roles de mayor responsabilidad, sin ella, puede resultar complejo abordar los desafíos que implica el aumento de presión sobre uno.
Un ascenso no se gana solo con esfuerzo individual, también con la capacidad de inspirar confianza en los demás: jefes, colegas y subordinados. Sin embargo, durante el camino no debemos olvidarnos de balancear nuestro autocuidado personal con nuestras ambiciones profesionales. Un ascenso mal gestionado en lo personal puede traer consigo desgaste, estrés y hasta problemas de salud.
¿Qué Busca la Empresa? Seguridad, Certeza y Crecimiento Orgánico
Promover a la persona correcta en el momento correcto puede reforzar el compromiso, mejorar la productividad y cultivar la cultura interna en la empresa. Sin embargo, un ascenso mal gestionado puede convertirse en un problema serio. El famoso Principio de Peter explica cómo algunas organizaciones promueven a las personas hasta su nivel de incompetencia: alguien brillante en la ejecución puede fracasar al asumir responsabilidades de liderazgo si no está bien preparado.
Es por ello que el momento ideal no siempre es cuando el colaborador lo desea, sino cuando la organización realmente lo necesita. Promover demasiado pronto puede ser un error, pero retrasar injustificadamente un ascenso también puede derivar en desmotivación o incluso en la pérdida de talento.
Decidir cuándo y a quién promover puede marcar la diferencia entre fortalecer las relaciones del equipo o sembrar conflictos y desmotivación que lleven a la renuncia silenciosa de su personal clave. Si el equipo percibe (1) favoritismos, (2) falta de mérito o justificación del ascenso de una persona, o bien, (3) falta de reconocimiento de sus propios esfuerzos; eso se verá reflejado en una falta de resultados futuros para toda la organización.
Consejos para las empresas que buscan promover internamente
Definir procesos y planes de carrera claros: Los colaboradores deben entender qué pasos seguir para crecer, contar con descripciones de puesto e instructivos de trabajos claros allanan el camino para el crecimiento de la organización.
Evaluar desempeño y potencial: No solo se trata de mirar resultados pasados, sino de medir las capacidades para afrontar los retos futuros y manejar la incertidumbre del cambio.
Acompañar con formación y mentoría: Un ascenso debe incluir capacitación en liderazgo, gestión de equipos y visión estratégica. Sin esto, la persona puede “toparse con pared”, estancarse ella misma, y frenar a la organización.
Comunicar con transparencia y evitar favoritismos: Explicar por qué alguien fue promovido ayuda a mantener la confianza del equipo. La meritocracia fortalece la cultura; los favoritismos la destruyen.
Finalmente, un ascenso no es solo una recompensa, sino una apuesta estratégica que afecta al presente y futuro del negocio.
El Desafío Colectivo: Ascensos que Construyen Valor Compartido
El ascenso laboral no debe entenderse sólo como un logro individual o una decisión empresarial aislada. En realidad, es un proceso colectivo que moldea la cultura organizacional y define la relación entre empresa y colaboradores.
Cuando los ascensos son claros, justos y acompañados de preparación, generan motivación, fortalecen la confianza y crean un círculo virtuoso de productividad y compromiso que contribuyen positivamente a la evolución y crecimiento de la organización. Por el contrario, cuando se perciben como arbitrarios o políticos, se convierten en un factor de desmotivación, fuga de talento y conflictos internos.
Algunos indicadores de que una persona está lista para dar el siguiente paso son:
Ha superado consistentemente los objetivos de su puesto.
Demuestra iniciativa más allá de lo que se le pide.
Tiene la capacidad de influir positivamente en su equipo.
Muestra madurez y compromiso con mejorar la cultura organizacional.
Está preparado para asumir riesgos y tomar decisiones.
El verdadero reto consiste en transformar la escalera corporativa en una vía de doble sentido donde la empresa invierte en el desarrollo de sus personas y los colaboradores se comprometen a crecer aportando más valor de su trabajo. Solo así el ascenso laboral deja de ser un simple cambio de puesto y se convierte en una estrategia de éxito compartido.
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Acerca de Pablo Tellaeche (Autor):
Propietario y consultor principal de TACs Consultores, Conferencista y Docente Universitario; busca llevar una verdadera y positiva Cultura Lean y Transformación Digital a toda empresa con la que tenga el gusto de colaborar.



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